Basta escuchar la palabra Camaro para que la adrenalina inicie su proceso de secreción. Es el comienzo de la emoción. Tener en nuestro poder uno de los iconos americanos es deportividad pura y algo para disfrutar segundo a segundo. Pero si a la arrogancia que ofrece el Chevrolet Camaro le agregamos el condimento de tener un automóvil de configuración convertible, el poderío se eleva de manera significativa. Digamos que es psicológico, porque el número de caballos se mantiene intacto.
American Power es el apelativo que mejor califica a este V8. Conserva la esencia de los convertibles de los años 60 y 70 debido a que utiliza un toldo de lona. Solo que los tiempos cambian y ahora su accionamiento es eléctrico y no manual como en aquellas épocas. Salvo por la apariencia en color negro del techo y la disminución del espacio de la cajuela, cuando se encuentra plegado, de ahí en más todo es igual que en la versión cupé de Chevrolet Camaro. Es un hecho que por donde pases con un Chevorlet Camaro se voltearán a verte, pero en un convertible la atracción es mayor.
Aunque también creo que la conducción es distinta. Despeinarte, broncearte y refrescarte a bordo es exclusivo del convertible. Tienes a tu disposición un batallón de 426 caballos de fuerza para que pegues el pie derecho en el gobernador de la gasolina. Poder y más poder. Como legitimo americano, un enorme cofre cubre el motor de ocho cilindros en V. Ser dueño de más de 400 caballos de fuerza no es poca cosa, sobre todo si se ubican en la ruedas traseras. Sientes y escuchas el arrojo de sus 420 lb-pie. Pedal a fondo y quedas adherido al respaldo del asiento. Vaya forma de despeinarte y producir hormonas.
Si prefieres la comodidad, hay disponible una transmisión automática con seis velocidades. No es la misma deportividad que una manual, pero podrás realizar los cambios por medio de la palanca de cambios o mediante las paletas ubicadas en el volante. En este modo hay que estar atentos al tacómetro para no cometer el error de llegar a la zona roja y que caiga el poder del V8. Tienes que ser preciso en cada cambio para no perder segundos y quedar atrás.
Por más que lo quieras evitar te haces adicto a la rabia del ocho cilindros. Creo que mi adicción se inició primero por el oido. Enciendes el motor y en ralentí es formidable el concierto que ofrecen los integrantes de la banda compuesta por los 426 caballos de fuerza. Con la capota abajo y rodando a altas velocidades, es un placer escuchar su grave melodía.
Tal vez donde no encontramos la perfección fue en la insonorización al interior del Camaro Convertible. A diferencia de otros deportivos convertibles con toldo de lona donde la acústica es perfecta, en el muscle car de Chevrolet queda a deber. Comparado con el cupé, el convertible tiene la misma configuración del habitáculo. Tablero, volante, asientos y paneles son idénticos. Aunque si debemos mencionar lo mismo que cuando manejos el Camaro Convertible, la calidad de los plásticos podría ser mejor.
Ahora respecto a los contrincantes de Camaro Convertible, en la lista solo tenemos como rival directo al Mustang Convertible. Citando las cifras de potencia, Camaro se ubica a solo 6 caballos de fuerza, ya que el Pony Car se mueve con 420 caballos de fuerza. Si nos vamos a las aceleraciones de 0 a 62 mph (100 km/h), ahora Camaro queda abajo al registrar cuatro décimas más, 4.9 segundos.
Siempre manejar un automóvil, ya sea Camaro, Mustang o Challenger, es diversión pura. Solo que si de decidir se trata, creo que me inclino por el Camaro. En general ofrece una conducción más balanceada. American Power.