La India es uno de los países con mayor número de contrastes, y la cultura y la religión hacen que este viaje sea una experiencia única. No existe mejor manera de adentrarse en ella que a bordo de un vehículo 4x4.
Fotos y texto por Mario Esparza
Después de meses de planeación viajamos en avión hasta el continente asiático para conducir en los de los países más enigmáticos del planeta. A bordo de 21 camionetas con tracción total teníamos como objetivo cruzar el famoso triángulo dorado en el Rajastán al norte de India. Ahí fue donde dio inicio nuestra gran aventura. Pero antes de ello, comenzamos nuestra experiencia en Delhi, desde donde nos trasladamos a Mandawa. Inmediatamente la situación del camino se prestó para poner a prueba nuestra experiencia de manejo, y no lo decimos por lo áspero de la vía sino por la cantidad de motocicletas y automóviles que circulan por las calles y avenidas.
Con algunas dificultades y tras un accidente leve pudimos dejar atrás la metrópoli para llegar a un pueblo antiguo con influencia mongola. Era de llamar la atención la cantidad de pinturas. En aquella noche nos hospedamos en un hotel que nos hizo remontar a una aldea africana. Danzas con antorchas y un ambiente rústico dieron el toque ideal a nuestra primera noche de ruta.
A la mañana siguiente continuamos nuestra travesía por unas altiplanicies, y fue ahí donde aparecieron los primeros impalas, unos pequeños animales parecidos a los venados pero con cuernos puntiagudos. Era sorprendente lo cerca que pasaban de nuestros vehículos. Mientras que unos manejábamos, los copilotos y acompañantes llenaban la memoria de las cámaras fotográficas.
Continuar por esas veredas nos llevó hasta el famoso templo de las ratas. De la misma manera como lo habíamos visto en la televisión en Discovery Channel, una cantidad infinita de estos roedores caminaban por nuestros pies. Según las creencias y religión de los habitantes las ratas son sagradas debido a que sus antepasados reencarnaron en estos animales, y por lo tanto consideran que se les debe cuidar y alimentar con leche. Pese al intenso Algo olor, la experiencia vale la pena. Después de esta vivencia continuamos nuestro recorrido hasta Jainer, lugar donde nos hospedamos para pasar la segunda noche de esta aventura.
Con el sol a punto de salir ya estábamos manejando sobre las arena del desierto. Nuestra parada siguiente fue una pequeña comunidad de nómadas. Todo el paisaje que visualizábamos era por demás maravilloso así que no dejamos pasar la oportunidad para una foto grupal. Ese mismo día continuamos nuestro recorrido. En los siguientes kilómetros tuvimos que hacer uso de nuestro equipo de poleas y winchers. Más de diez veces tuvimos que parar debido a que los vehículos, aun con tracción 4x4, quedaban atascados en la arena. Tras 150 kilómetros arduos de trabajo arribamos a Jaipur. Para quienes creían que lo mejor había pasado estaban equivocados, ya que la mejor parte de la aventura estaba por venir.
Por la mañana salimos a conocer el templo de Amber, uno de los palacios más fascinantes de la India. Es increíble cómo las montañas abrazan la fortaleza protegida por una muralla de más de 70 kilómetros de largo. Para subir a ese lugar es necesario hacerlo a lomo de elefante en un recorrido de aproximadamente de 30 minutos. Pasado el mediodía y con la tarde libre tuvimos la oportunidad de hacer algunas compras. Aquella noche nos reservaba una gran sorpresa. Un partido de polo, solo que no con caballos sino con elefantes. Algunos miembros de la caravana tuvieron la oportunidad de participar en el juego en una experiencia inigualable.
Después de Jaipur nos esperaba un destino al sur, solo que para llegar había que adentrarse por un río seco. Rocas, zanjas y arena fueron nuestros testigos a lo largo de la jornada. En varias ocasiones tuvimos que hacer uso de picos, palas y remolques para auxiliar a las camionetas. Tras varios kilómetros de ardua tarea llegamos a nuestro punto final, el Parque Nacional Ranthambore. En esa región nos esperaba un safari al estilo África, y a bordo de nuestros Jeeps 4x4 nos adentramos para poder ver cientos de especies animales; sin duda ver el tigre de Bengala en su hábitat natural fue la principal atracción.
Un viaje por India sin visitar el Taj Mahal sería como no haber ido. En nuestro camino de regreso hacia Delhi hicimos una parada en Agra, donde se ubica el mausoleo. Considerado una de las siete maravillas del mundo, el santuario fue el lugar perfecto para cerrar con broche de oro este viaje. En verdad no tenemos palabras para describir la cantidad de paisajes y fauna que nuestros ojos y cámaras captaron en uno de los países más atractivos que existen, y recorrerlo en camionetas 4X4 es una experiencia que alguna vez en tu vida deberías realizar.
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