Antes de empezar con las impresiones de cómo se siente uno al estar al volante del Nissan GT-R 2013, mencionaremos las diferencias entre la versión Premiun y Black Edition, la que manejamos. Además de la diferencia de 10,000 dólares, la imagen del Black Edition trae algunos detalles que elevan el porte de este famoso Godzilla. Para comenzar, la “Edición Negra” presenta rines de aluminio en color negro de 20 pulgadas; aunque la medida es la misma, el peso es menor y el diseño es más llamativo. Otro detalle es el spoiler sobre la tapa del maletero, que en este caso es de fibra de carbón.
Quizás el sobrenombre de Black Edition dé a entender que el color es solamente negro, pero no es así. Puedes elegir el tono de la carrocería en colores azul, negro, gris metálico, blanco aperlado y plata. Por este último tendrás que pagar 3,000 más debido a que el trabajo y las capas de pintura son especiales. Para mi gusto personal, el color perfecto es el rojo. Contrasta con las ventilaciones, rines y demás molduras que contiene la imagen del GT-R. Si bien el diseño no es algo que me vuelva loco, es seguro que por donde pase, el Nissan será un imán para los ojos.
Acomodados en el asiento izquierdo y dispuestos a presionar el botón rojo para encender el V6, notamos que el interior tiene algunos grados más en la escala de deportividad. A diferencia del GT-R Premiun, el Black Edition trae asientos Recaro al puro estilo racing. Los paneles resaltan más a la vista debido a la conjugación de los colores negro y rojo. Y así rematan con el tono exterior.
He escuchado a muchos amantes de autos italianos y alemanes opinar que el GT-R es un demonio sobre el asfalto, pero que a fin de cuentas es un Nissan. Es algo que no comparto. Y es que la firma japonesa se ha encargado de que cada uno de sus modelos tenga identidad propia. Pocas marcas se pueden dar el lujo de crear un auto ecológico como el Leaf y a la vez tener en la cúspide un poderoso purasangre como el GT-R, el cual reta tanto a Porsche 911, Ferrari 458 Italia como Audi R8, por mencionar algunos. Si dudan de lo que digo, los colegas de la revista Motor Trend encaran todos los autos mencionados y uno de los autos que mejor desempeña su papel en la pista es el nipón; esta competencia la puedes buscar en Internet.
Existen deportivos que se resienten de circular a bajas velocidades o utilizarlos en el día a día debido a que su objetivo es llegar al límite del tacómetro, ya sea que el embrague se caliente o que en cada momento que pisas el pedal del acelerador se dispara aunque solo quieras avanzar un poco. Algo que este vehículo sabe hacer es neutralizar las situaciones y el tipo de manejo.
Creo que la mejor palabra que define el desempeño del cupé es bipolaridad. Cuando tuvimos que circular en horas con demasiado tráfico te olvidas de que eres dueño de más de medio millar de caballos de fuerza. Se convierte en un auto manso y suave de conducir. Pero en el momento que decides despertar todo su coraje tiene el argumento suficiente para rodar como un verdadero demonio. Es ahí cuando te das cuenta que el V6 twin turbo de 3.8 litros tiene 463 lb-pie de torque y 545 caballos de fuerza dispuestos a entregar todo con tal de no quedarse atrás de los súper autos europeos. Un par de testigos que saben de lo que estoy hablando son las butacas y tu espalda. Cada vez que requieres del máximo desempeño la inercia hace que tu cuerpo quede pegado al respaldo del asiento.
Solo por mencionar algunas cifras frente a sus antagonistas, Nissan GT-R tiene los suficientes atributos para acelerar del reposo a las 62 mph (100 km/h) en solo 2.8 segundos. Tan solo una decima más que el Bugatti Veyron 16.4. Pero si lo comparamos con el Ferrari 458 Italia, Godzilla lo supera con casi medio segundo. Al que también deja atrás en el mismo sprint es al Porsche 911 GT2 RS; a pesar de sus 620 caballos de fuerza el alemán necesita 3.5 segundos. Después las cosas son diferentes.
Para lograr tal desempeño el Nissan GT-R no le deja toda la encomienda al motor V6; la caja automática de doble embrague y seis velocidades es lo suficientemente veloz como para hacer los cambios más fulminantes que el más rápido de los pilotos. No existen pies y manos que lo puedan hacer más perfecto. Al sumar poder, tracción en las cuatro ruedas y una serie de tecnologías, al japonés no lo sacudes por nada del mundo. Se comporta como si estuviera en un tobogán.
Existen tres factores esenciales para que el Godzilla de metal y cuatro ruedas sea bipolar. Por medio de tres botones colocados en la consola central del tablero puedes elegir entre tres niveles que hacen que la caja de cambios, suspensión y controles electrónicos trabajen de forma distinta. Pasa de lo revolucionario a lo pacífico, y de la dureza al confort.
Nissan no sacrificó en equipamiento para lograr un auto ligero. Aun con el aire acondicionado, sistema de audio con 11 altavoces marca Bose, navegador y una pantalla de siete pulgadas, la cifra de aceleración es avasalladora.
En cuestión de precios Nissan GT-R comienza en 96,820 dólares y para el Black Edition el precio base es de 106,320 dólares. Dependiendo de los accesorios y tipo de pintura la tarifa se eleva. En relación costo-beneficio es de llamar la atención la del cupé originario de Japón. Por ejemplo, el Porsche GT3 RS 4.0 vale 245,000 dólares, por el Ferrari 458 Italia hay que pagar 230,000 dólares, mientras que por el Audi R8 V10 hay que desembolsar 150,000 dólares. A pesar de todo me quedo con el 911.