En una esquina tenemos al eléctrico de lujo Tesla Model S P85D, en la otra al superdeportivo Lamborghini Aventador, dos modelos diferentes, ambos con 691 caballos de fuerza.
Las diferencias no se acaban ahí, lógicamente empezando con el hecho de que el Tesla produce dicha potencia gracias a dos motores eléctricos y las baterías de 85 kWh, mientras que el Aventador usa uno de los últimos V12 naturalmente aspirados con una cilindrada de 6.5 litros.
Pero aunque en "teoría" el deportivo debería de ganarle al auto de lujo, sabemos que los motores eléctricos tienen una gran ventaja sobre los de combustión interna: el torque instantáneo.
Es así como el Tesla P85D con su vectorización de torque instantánea en las cuatro ruedas tiene una ventaja sobre el Aventador que aunque es más ligero y cuenta con tracción en las cuatro llantas y 507 libras por pie lineal de torque, no es rival durante el arranque para la respuesta instantánea que ofrece un motor eléctrico.
Aún así yo estoy seguro que aunque un auto eléctrico arranque más rápido, nunca va a ser tan emocionante como un auto con motor a gasolina, y mucho menos si estamos hablando de un deportivo italiano con un mítico V12 de inducción natural rugiendo detrás de ti y escupiendo fuego.