Pues si bien se trata de un Lancia es obvio el parecido con el Chrysler 300, pero la cosa no queda ahí, no es que sean similares sino que la esencia de ambos es la misma; otra de las ventajas de la compra de FIAT, atacar más mercados, revivir marcas que algunos dieron por muertas y un gran crecimiento a nivel global.
Se trata del primer buque insignia en un nuevo capítulo de Lancia, el cual según la marca combina lo mejor de dos mundos… nosotros creemos que es de dos continentes. Claro que nadie niega que fuera diseñado sobre la plataforma LX del Grupo Chrysler y esté basado en el 300, resultó una buena estrategia para que, al igual que lo hizo el modelo en 1984, se tenga un producto adecuado y decente para competir en un segmento prestigioso y exigente.
Es por dentro que pretende mostrar su lado italiano, combinando el confort obligado en un sedán como éste, con la clase que a lo largo de la historia ha caracterizado a Lancia. Se distingue por materiales suaves al tacto, asientos calefactables cubiertos en piel Nappa y un tablero recubierto de cuero, además de inserciones de madera real en la consola central, paneles de puerta y volante.
Pero no, no hay una versión SRT-8 de este Lancia y los mercados en que se comercializa deben conformarse con dos versiones de motores V6, la primera el Pentastar de 3.6 litros con 286 caballos de fuerza y transmisión automática de ocho velocidades. Además existen dos opciones a diesel sobre un 3.0 litros, la primera con 190 y la segunda con 239 caballos de fuerza, que a diferencia llevan el poder a las ruedas traseras mediante a una caja de velocidades de cinco cambios… Eso no se ve en el mercado americano.