A primera vista este Flying Spur nos recuerda el Audi A8, pero ya a detalle se puede uno percatar de que este largo vehículo es un Bentley. Digamos que este modelo es el resultado de la procreación entre Mulsanne y el Continental GT. Si bien el parecido de este Flying Spur se acerca más al Mulsanne, conserva toda la herencia de su antecesor.
Todo es digno de un vehículo de las grandes ligas. Estéticamente grita lujo. De serie los rines son espectaculares, aunque por unos dólares más se pueden cambiar por otros de 21 pulgadas como los que porta el modelo que tuvimos en nuestro poder. Desde el cofre hasta los grupos ópticos transmiten una imagen de lujo y poderío.
Son pocos los modelos en los que al momento de situarme en la cabina me dejan con la boca abierta. Y este Bentley Flying Spur es uno de ellos. De hecho es el único modelo que he manejado en este año que me ha hecho exclamar “wow”. Por donde se le mire y/o toque todo es hermoso y magnífico. Es agradable ver que Bentley ha conservado la analógica tradicional en el cuadro de instrumentos y no ha seguido la tendencia de usar una pantalla digital para reemplazarlo. Gracias Bentley. Por su parte, el sistema de navegación ha sido actualizado, aunque le hizo un poco más empeño. Como opción nuestro vehículo de prueba vino equipado con un sistema de sonido Naim de 7,480 dólares, aunque su precio es alto la calidad del audio no nos pareció tan buena como en otros modelos y que valen una décima parte.
Junto a la calidad de materiales, la artesanía que revela cada pieza del interior es justo lo que esperaba en un Bentley. Todo, desde las costuras hasta las alfombras, es lujo y exclusividad. Quienes viajan atrás, en su mayoría los dueños de un modelo como este, disfrutan de un gran espacio. Tal vez modelos como el Audi A8, BMW Serie 7 o Clase S de Mercedes-Benz ofrezcan un confort similar. Asimismo presenta una gran cantidad de amenidades pocas veces disponible; la que más nos llamó la atención fue la hielera para botellas de champagne.
Pero lo interesante de este Flying Spur 2014 es que, a pesar de que podría ser catalogado como un vehículo para la conducción en el día a día, es realmente un automóvil para los conductores sedientos de deportividad. Bentley creó un modelo para estimular el entusiasmo del piloto y eso es exactamente lo que hace. Esta experiencia de manejo se inicia desde que el 12 cilindros está en ralentí. No hay más que callarnos por un momento para escuchar el sonido del motor de 6.0 litros turbocargado y sus 616 caballos de fuerza. Con estas cifras no existe duda de que estamos hablando de un auto sumamente rápido. Aceleras y en menos de lo que crees ya estás rondando las 60 mph (96 km/h).
Flying Spur es un automóvil grande, así que olvídate de tallar las curvas de Mulholland Drive, pero por otra parte se orienta a su hábitat natural, Rodeo Drive. Ya sea a bajas o altas velocidades es un placer conducir esta fiera vestida de esmóquin. Muy cómodo, muy delicioso. Pocos se pueden dar el lujo de decir que han llegado en un Flying Spur.
Muchas personas me preguntan cuál es la diferencia entre este y un Rolls-Royce. Y la respuesta es que el Bentley crea automóviles para los conductores que buscan más deportividad que confort. Por otro lado, Rolls-Royce no ofrece esa misma diversión, en él te sientes como si estuvieras en el aire, como si viajaras en una alfombra mágica. En pocas palabras, no existe una conexión con el camino.
Flying Spur no es barato, pero a todos nos gusta saber cuánto cuesta. Así que si tienes 200,500 dólares lo puedes hacer tuyo, pero si lo deseas con las opciones que le agregaron al que nosotros manejamos tienes que pagar 243,835 dólares. Eso es casi un cuarto de millón de dólares, lo que me recuerda que tengo que volver al trabajo ya que a mi esposa le gustó mucho y parece ser que quiere uno.