Durante décadas el automovilismo y la industria automotriz han sido inseparables. El origen de las carreras de autos que conocemos hoy en día data en 1894, cuando un grupo de entusiastas de los vehículos disputaron un encuentro para ver quien era el más veloz.
Así la fecha del 22 de julio 1894 ha quedado para inmortalidad, ya que ese día se celebró la primera carrera de autos. En aquel momento no menos de 21 automóviles participaron en el Concours du Petit Journal, un viaje de 126 millas que consitía recorrer las distancias entre las ciudades francesas de París y Rouen. Con la aparición del motor de combustión interna, este acontecimiento resultó ser mucho más práctico especialmente respecto a las máquinas de vapor.
Por la distancia y las condiciones del camino, así como de los autos, la carrera no sólo consistía en ver quien era más rápido. Dos temas importantes como la fiabilidad y comodidad, también jugaron un papel fundamental para salir victorioso en la competencia.
Por lo tanto, tres días antes de la carrera todos los participantes potenciales fueron sometidos a una prueba para ver quien era capaz de competir. Valió la pena, porque al final se la cantidad de autos pasó de 17 a 21 participantes.
Lemaître Albert y Auguste Doriot de Peugeot finalmente compartieron la victoria con Paul Panhard y Levassor Émile, todos ellos con un bloque de Daimler. Desde que Daimler fue pionera en el desarrollo de su motor bicilíndrico en V, no es de extrañar que los alemanes tengan una participación considerable en ese éxito.
A diferencia de los de los motores a vapor, los de combustión interna resultaron más fáciles de usar. Un ejemplo de ello es que los participantes con un motor de vapor tenían que mantener constantemente un ojo en la presión del agua, mientras que en el de combustible era suficiente presionar el acelerador.