La ahora muy famosa división M (Motorsport) de BMW nació en 1972, lo hizo con muy poco personal y tuvo como primera creación al 3.0 CSL de competencias. De ahí evolucionaron a la producción de un auto que pudiera salir a las calles y fue el M1 el deportivo afortunado; –presentado en el Paris Motor show de 1978 pero decidieron bajar sus expectativas y crear autos más asequibles y que partieran de la gama que ofrecía la marca en esos momentos, así que en 1979 apareció el M535i.
Fue hasta 1986 que apareció uno de los hijos pródigos de BMW: el M3 (E30). Se trato de una versión con mejor desempeño que el Serie 3, que aunque compartía muchos rasgos con el coupé, tenía un kit aerodinámico distinto y salpicaduras más anchas. Pero lo mejor no estaba a la vista, ya que compartía elementos de suspensión y frenos del Serie 5 del momento para ofrecer una conducción más ágil. La motorización era cuatro cilindros de 2.3 litros, cuyo monoblock partía del M10 (utilizado por el emblemático modelo 2002), pero estaba reforzado para alcanzar especificaciones similares a un seis cilindros.
Las versiones americanas del M3 que llevaban bajo el capó el motor de 2.3 litros tenían 192 caballos de fuerza y alcanzaban las 60 mph (100 km/h) en 6.9 segundos, mientras que lograban una velocidad máxima de 145 mph (235 km/h). Sin lugar a duda hablamos de un modelo muy interesante, un ícono que comenzó en la década de los 80 y que hoy día es una pieza muy buscada por puristas de la gama M de BMW; su producción cesó a principios de 1992, momento para el que 17,213 unidades se habían fabricado. Tiempo después apareció su sucesor M3 (E36) pero ya portaba un motor de seis cilindros, un auto del que hablaremos en otra ocasión.