Si la idea era alegrarme la navidad, lo lograron a plenitud mis amigos que decidieron enviarme a casa el fabuloso Nissan GT-R, como si viniera arrastrando con sus 530 caballos el trineo de Papá Noel. Es cierto, no era para quedármelo, pero para empezar, cuatro días son mejor que nada, y tratándose de semejante juguete, son más que suficientes para dejar en el alma experiencias sencillamente inolvidables. Nissan GT-R, que es la versión legal para los Estados Unidos del legendario Skyline GT-R de prohibida importación, está en Norteamérica desde el 2009, año en que fue elegido el “Auto del Año” por la revista Motor Trend.
Sin duda es un súper-auto. Puede salir ampliamente favorecido cuándo se le compara con un modelo de Porsche, Corvette, Lotus, Maserati, e inclusive Lamborghini y Ferrari. Aun así ostenta un precio básico cercano a los 100,000 dólares, hasta modesto si se tiene en cuenta lo que cuestan algunos de los mencionados. No obstante, a diferencia de ellos, puede ser un auto de uso diario, capaz de convertir en una aventura diaria la rutina en que puede quedar relegada eso de tener que ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa.
Al Nissan GT-R lo impulsa un robusto motor V-6 de 3.8 litros, con turbo-cargadores gemelos que desarrolla 530 caballos de potencia y 448 lb-pie de torque. Cada uno de los motores del GT-R es construido a mano por un mecánico maestro. La transmisión es automática de seis velocidades con doble embrague, o dicho de otra manera, se trata de una caja convencional que funciona automáticamente y cuenta con un selector para tres modos de manejo: Normal, para mayor suavidad; R-Mode, para alto desempeño, y Save, para manejo a alta velocidad por largos recorridos, con menor suministro de torsión para una conducción más suave en superficies resbalosas. Se pueden hacer los cambios con automatismo total o manualmente, mediante las paletas instaladas a ambos lados del timón. La tracción es total en las cuatro ruedas, con el sistema patentado ATTESA E-TS® que integra en el eje trasero la transmisión, el diferencial y la caja de transferencia de la doble tracción.
Con tanta potencia, puede resultar común que el conductor acelere el auto más allá de lo apropiado. En un caso como ese un Dodge Viper, por ejemplo, reaccionaría haciendo un trompo que podría acabar en pérdida de control del vehículo. Esto jamás sucede en un GT-R, gracias al TCS (control electrónico de tracción) que parece diseñado para perdonarnos, a los menos expertos, esos pequeños errores que cometemos al volante. Función similar a la que cumple el VDC (control de la dinámica del vehículo), el cual también puede operar en tres modos a selección del conductor. El primero, para uso Normal, que controla los frenos y la potencia del motor; el R-Mode, para alto desempeño, que ajusta la distribución de la potencia entre los ejes trasero y delantero, mejorando así el manejo del auto. Finalmente, la tercera opción que consiste en simplemente apagar el sistema VDC, dejando todo en las manos del piloto.
La aceleración del Nissan GT-R es sencillamente apabullante: de 0 a 60 mph (100 km/h) en cerca de 3 segundos, con una velocidad máxima de 193 mph (310 km/h). Obviamente cuenta con unos frenos adecuados, los Nissan/Brembo®, a discos ventilados en las cuatro ruedas, con mordazas de seis pistones adelante y cuatro atrás. Esa singular combinación de motor, transmisión, tracción, suspensión y frenos responde por un manejo seguro, preciso y cargado de emoción hasta la plenitud. Es placentero acelerar un auto como este, en menos de lo que uno se da cuenta ya lo tiene por encima de la velocidad máxima permitida. Pero es mejor aún saber que el GT-R lo está haciendo de manera segura, que no va a reaccionar indebidamente en una curva y hasta va a corregir los errores que uno cometa. Aun cuando llegue la hora de detenerlo intempestivamente, los frenos van a responder con absoluta eficiencia.
Me encantó manejar el Nissan GT-R, me gustó cómo suena su motor y cómo se desplaza entre el tráfico. También quedé complacido con el espacio interior, pero sobre todo su sistema de sonido Bose. Alcancé a deslumbrarme con la forma cómo llama la atención de las personas. Atrae todas las miradas y hasta desinhibe a los peatones, entre ellos muchos admiradores, hasta el punto de acercarse a hacer preguntas, comentarios e incluso elogios. Uno de los cuatro que tuve en mi poder Godzilla un joven, en el estacionamiento del supermercado, gritó “I love your car”.
Fueron 96 horas de pleno disfrute con un solo momento desagradable, el momento en que lo recogieron. En verdad este GT-R me dejó una buena cantidad de memorias que nunca se olvidan y con la esperanza de que la próxima vez que lo tenga sea para quedarme con él más de una semana. Sino de por vida.