Un auto futurista hecho en Estados Unidos cuyo problema era como una versión fea del Lamborghini Countach, y que contaba con tecnología básicamente de la misma época en la que apareció el Countach por primera vez.
El primer W8 de los 17 producidos fue entregado a Andre Agassi, pero este no estaba terminado por lo que le pidieron no manejarlo hasta que se ensamblara por completo.
El tenista se negó a recibirlo y lo regresó, historia que se repitió varias veces con otros clientes. Se decía que el W8 era capaz de llegar a las 220 millas por hora, pero ningún auto de producción jamás superó las 200.
Artículo anterior
Artículo siguiente