Cuando un Ferrari 250 GTO Serie II sufre un accidente, no hay entusiasta de los autos en el mundo que no sufra un poco, por mucho que nos guste ver estos autos clásicos en acción en una pista ... fin y al cabo para eso fueron hechos.
Aparentemente la suerte estaba del lado del Ferrari, cuando en una curva, un Jaguar E-Type perdió el control y por pocos centímetros logró evitar pegarle en la parte trasera al GTO, cuyo valor podría superar los $40 millones
Esta no fue la única ocasión donde el auto italiano evitó la catástrofe, ya que en otra ocasión, mientras dos AC Cobras batallaban, uno de ellos casi pierde el control al salir de una curva, forzando al Ferrari a frenar bruscamente y gracias a la habilidad del piloto, salir ileso del encuentro.
Bien dicen que "la tercera es la vencida", y lamentablemente el Ferrari no pudo evitar el contacto con un AC Cobra conducido por el piloto de Aston Martin, Bill Shepherd, quien muy entusiasta pensó podría rebasar al Ferrari y se clavó en la parte interna antes de la curva, resultando en un accidente que dañó a ambos autos.
Esto ha levantado mucha controversia sobre si los autos antiguos deberían de ser corridos a tal nivel ya que un accidente así puede significar el remplazamiento de partes originales del auto y en parte eso significaría quitarle historia a éste.
Estos autos fueron reparados numerosas veces durante su vida profesional por lo que muchas veces estos accidentes pueden ser considerados como "una raya más al tigre".
Claro que cada auto es diferente, e inclusive hay unos que mantienen una patina de décadas y en los cuales un toque mínimo sería catastrófico, pero como dije anteriormente todos los autos tienen que ser corridos. El problema en esta ocasión fue posiblemente el ego dañado de un piloto profesional por no poder rebasar a un amateur.
De los 39 Ferrari 250 GTO que se construyeron, tan sólo siete cuentan con la carrocería Serie II (3 originales de 1964 y 4 de 1962 a los que les fue cambiada), siendo el chasis número 4399GT el que sufrió el accidente.
El ejemplar más reciente en cambiar de dueño fue el perteneciente a la colección Mas du Clos, y su precio fue de $48 millones.