El mundo automotriz está lleno de joyas sobre ruedas que han marcado la historia de la industria y se han convertido en piezas exóticas que llenan las salas de exhibición de diferentes museos o también las de aquellos afortunados adinerados fanáticos que pueden gastar “pequeñas” cantidades de dinero para hacerse de un Mercedes-Benz 300 SLR por la “módica” cantidad de unos $142 millones.
Tal como lo acabas de leer, algún millonario decidió gastar el equivalente a $142 millones para poseer en su colección privada el Mercedes-Benz 300 SLR “Gullwing” Silver Arrow de 1955, concretamente el primer modelo que salió de la línea de producción del fabricante alemán.
Este modelo era propulsado por un motor de 8 cilindros en línea de 3.0 litros que entregaba 302 caballos de fuerza a 7,500 revoluciones por minuto, alcanzando una velocidad máxima de 181 mph, una verdadera proeza para le época.
Mercedes-Benz 300 SLR, una costosa joya sobre ruedas
Por razones que se desconocen, Mercedes-Benz decidió separarse de uno de sus modelos más emblemáticos, un vehículo que dominó el Campeonato Mundial Sport de principio a fin desde su llegada en 1955 y que además firmó victorias épicas de la mano de Stirling Moss y Deniss Jenkinson en la emblemática carrera de la Mille Miglia de 1955.
Además de las grandes victorias en los circuitos europeos, el Mercedes-Benz 300 SLR también tiene algunos tragos amargos en su historia que no se pueden olvidar, tal como el accidente de Pierre Levegh en las 24 Horas de Le Mans de 1955, estrellándose contra el Austin-Healey de Lance Mackin al entrar en la recta de meta, percance que provocó la muerte de 84 espectadores y marcó la salida definitiva de Mercedes del campeonato por tres décadas.
El encargado de realizar esta venta fue la casa de subastas Hagerty, quien fungió como intermediario de seguridad en la venta de esta pieza única de la ingeniería automotriz, por la cual varios interesados pujaron para poder llevarse a casa.
Una de las cláusulas que se estipularon para poder hacerse con este auto en su colección privada, es que el vehículo debía ser cuidado en todo momento con gran esmero por su nuevo dueño, tal como lo había hecho la marca alemana hasta este momento, y que el vehículo no podía quedarse guardado en un lugar privado y debía salir regularmente para lucir en eventos públicos, además de que el vehículo no puede ser vendido nuevamente por su actual dueño.