Esta nota titulada Infiniti Q60 400 Sport Desembarca En Cuba nos lleva a recordar que la paradisiaca isla de Cuba es un sitio donde todavía circulan de manera cotidiana los autos más representativos de la década de los 50. Pero ello no obedece a ningún capricho de los cubanos, sino a una ley que prohibía importar coches nuevos.
Desde 1959 una ley prohibía la libre importación de vehículos y los que llegaban de países aliados eran pocos, en su mayoría, de origen ruso. Resulta singular saber que esta prohibición se convirtió, a largo plazo, en uno de los mayores atractivos para los millonesde turistas que arriba cada año a Cuba.
¿En qué otro país del mundo podías observar un Studebaker de 1954 o un Plymouth clásico circular como cualquier auto ordinario? No obstante, esa prohibición llegó a su fin hace un par de años, cuando el gobierno autorizó que cualquier cubano (con el suficiente dinero, por supuesto) pudiera adquirir un auto nuevo, sin requerir ningún permiso especial.
De esta forma, se liberó la la importación y venta de motos, autos, camionetas de carga, camionetas de pasajeros, nuevos y de segunda mano, para cubanos y extranjeros residentes en la isla. Lamentablemente, este iniciativa no ha tenido el efecto deseado, dado los costos estratosféricos de los autos para los cubanos.
Infiniti Q60 400 Sport Desembarca En Cuba
En este panorama resultó una sorpresa para los cubanos ver desembarcar en la isla, un Infiniti Q60 400 Sport, uno de los modelos más exclusivos de la marca. Este hecho fue histórico dado que se trató del primer vehículo en ingresar a Cuba en 58 años.
El auto fue conducido por Alfonso Albaisa, director ejecutivo de diseño de Infiniti, quien llegó a la ínsula caribeña para visitar la casa de sus padres. El ejecutivo creció en Miami y actualmente reside en Japón, desde donde supervisa los cuatro estudios que la firma japonesa tiene alrededor del mundo.
Demás está decir que esta fue una experiencia singular para Albaisa, ya que era la primera vez que visitaba Cuba. El ejecutivo es sobrino-nieto de Max Borges, un reconocido arquitecto, cuyas obras se encuentran en El Tropicana, el Club Náutico.