Con la inyección directa de gasolina, los conductores se benefician de un mayor par motor a bajas velocidades y, por consiguiente, de una conducción más placentera. Al mismo tiempo, el sistema reduce el consumo de combustible hasta en un 15%.
Inyección directa de combustible
En 1951, Gutbrod fue el primer fabricante de automóviles que utilizó la inyección directa de gasolina en unidades seleccionadas de su modelo subcompacto “Superior”. A partir de 1954, esta tecnología estuvo disponible para la producción en serie del Mercedes-Benz SL 300, el legendario "Alas de Gaviota".
El principio técnico básico se ha mantenido idéntico en los últimos años: los inyectores introducen el combustible directamente en la cámara de combustión tan finamente pulverizado, que se puede prender inmediatamente. El hecho de que el combustible se vaporice, permite una mayor compresión porque la cámara de combustión cuenta con refrigeración adicional.
Aunque el nuevo método de combustión ahorraba mucho combustible, pasó mucho tiempo hasta que esta tecnología fue aceptada de forma generalizada. Durante décadas, la inyección directa de gasolina se ha perfeccionado con innovaciones tales como la perforación por láser de impulsos ultracortos para realizar los orificios de inyección, permitiendo así una mezcla particularmente exacta y una combustión limpia. Esta innovación hizo que Bosch, Trumpf, y la Universidad de Jena fuesen premiadas con el Premio Futuro Alemán en 2013.
Electrificación
Sin embargo, el potencial de la inyección directa de gasolina no se limita a hacer más eficientes los motores de combustión interna, sino que son también la base ideal para la electrificación de los motores de gasolina. Su diseño optimizado para aplicar el downsizing, permite motores compactos con menos cilindros que pueden ser complementados con componentes eléctricos. En estos casos, un motor de combustión altamente eficiente constituye el núcleo del grupo propulsor y puede ser apoyado por componentes eléctricos en sus fases de funcionamiento menos eficientes, o incluso apagarse del todo, como en el caso de los vehículos híbridos plug-in, que pueden conducirse en modo exclusivamente eléctrico. Se pueden lograr grandes reducciones de emisiones de CO2 mediante una combinación de componentes eléctricos y de inyección directa.